domingo, 4 de agosto de 2013

Como nocilla para galleta.

Como nocilla para galleta. Así debería ser la vida, todo debería encajar. ¿Sería más fácil verdad?

Imaginad que los lunes encajaran bien en los planes, que pudiéramos encuadrar muchos planes en un fin de semana, que el sol brillara sin dar demasiada calor, y lloviera para acompañar nuestra melancolía.

Si, sin dudas sería todo de color de rosa. Pero el rosa es alegría porque existen colores que se le oponen. Y esa es la verdadera gracia de la vida; la imperfección.

Nos empeñamos en que todo sea perfecto, desde nuestra sonrisa hasta la forma de morir que imaginamos, pero la perfección no existe y a mi entender es necesario que así sea. Le debemos mucho a las imperfecciones del camino, tropezar es bueno para aprender a levantarse, es la mejor forma de valorar el estar en pie.

Hablemos de las imperfecciones en el amor. Cuando el amor no es tal sino que es una mera ilusión pasajera, no se perdonan las imperfecciones, intentamos moldear a esa persona hasta practicarle una lobotomía, sacarle toda su esencia, transformarle en lo que no es para al final dejarle porque no nos llena. En contra de ello está el verdadero amor. Aquel en el que las imperfecciones son tan pequeñas que no las percibes, y al percibirlas, las adoras tanto como a aquel que las tiene. No cambias a esa persona, la dejas ser quien es. Y le tienes para siempre en tu vida porque te llena siendo como es. Has respetado su ser y solo así algo puede ser eterno.

¿Qué pasaría si tu madre no te diera consejo alguno por no darte un sofocón? ¿Serías quien eres? A veces vemos la imperfección en una molestia perfecta; en los consejos de las madres, los padres, los amigos, los hermanos. Quienes nos quieren nos aconsejan y a veces duele pero si seguimos ese consejo resulta que al final todo resulta como nocilla para galleta y salimos victoriosos al comprender que donde veíamos la perfección estaba lo imperfecto.

Sólo entendiendo que la imperfección siempre estará presente le huntaremos nocilla a la galleta y la disfrutaremos. Hay que comerse la vida con todos sus ingredientes.

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